MÁS DE 260 MUERTOS Y 1.300 HERIDOS
"Está todo bajo control". Este fue, en esencia, el mensaje que transmitió el gobierno anoche, al difundir con cuentagotas las cifras de muertos y heridos en el terremoto de Van, que sacudió el domingo el sureste de Turquía. Hasta casi medianoche, los números bailaban por debajo del centenar y se hablaba de varias decenas de casas derruidas, pese a las previsiones mucho más graves.
Sólo de madrugada se supo que había al menos 260 muertos; al mediodía del lunes se confirmaron 269 víctimas y unos 1.300 heridos. Únicamente en la ciudad de Erçis, la más afectada, hay 80 edificios de varios pisos en escombros; la mitad podrían esconder aún personas en su interior, según el ministro de Interior. Al mediodía del lunes, la agencia Anadolu aseguró que hay un total de 970 edificios destruidos.
El ministro de Salud, Recep Akdag, que se desplazó a Van el domingo al igual que varios otros miembros del gabinete y el propio primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, había declarado la misma tarde de la tragedia que la ciudad disponía de suficientes equipos y material sanitario, que estaba "todo bien" y que no hacía falta llevar a los heridos a otras provincias.
El lunes, un médico de Van, que prefirió no dar su nombre, le contradijo en conversaciones con el diario turco 'Hürriyet Daily News': explicó que varios hospitales de la ciudad habían sufrido graves daños y que el personal de los centros locales no podía atender correctamente a las personas con heridas de cabeza, al carecer de equipos y material. Estos pacientes sí deberían trasladarse urgentemente, opinó el médico.
Ante la gravedad de la situación, decenas de países del mundo habían ofrecido su ayuda, entre ellos estados que mantiene graves tensiones diplomáticas con Turquía como Israel y Armenia, este último país cercano a la zona del desastre. El lunes se supo que Ankara rechazó todas las ofertas, excepto la de Azerbaiyán, también vecina y tradicional aliada.
Las autoridades azeríes enviaron un avión con 145 expertos en tareas de rescate y perros rastreadores, y otro con 350 tiendas, mantas, camas y equipo similar. Harán falta: muchas personas seguirán durmiendo esta noche a la intemperie, ante el temor de que la zona sufra nuevos temblores. Anoche, una réplica del seísmo alcanzo la magnitud de 6.0 grados en la escala de Richter y añadió nueva destrucción.
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